Sonríe

Sonríe, que todos sepan que eres más fuerte que ayer. Levanta el rostro y dibuja esa sonrisa que tu expresión merece y que tu corazón te pide. Porque si la vida es actitud vale la pena vestirse con el gesto más digno y hermoso, la sonrisa esa que contagia emociones y que nos obliga a reiniciarnos por dentro para seguir avanzando.

“La paz, siempre comienza con una sonrisa”

Cuenta Boris Cyrulnik, celebre neurólogo y psiquiatra, que nadie sabe muy bien cómo definir la felicidad. Podríamos decir que, en cierto modo, tiene mucho de esas heridas que uno ha ido cicatrizando con la aguja del tiempo y el hilo de la resiliencia para abrazarnos a la esperanza de nuevo, siendo mucho más fuertes que nuestro “yo” del pasado.

Por ello, cada sonrisa que nos regalamos a nosotros mismos y al propio mundo es como un perfume sutil, como un himno a la superación personal y a ese coraje con el que aceptar todo lo vivido, todo lo superado, todo lo que uno es. La sonrisa es la celebración del propio ser y nuestro mecanismo más afinado para conectar con los otros; de ahí que este gesto gane autenticidad cuando se corresponde con una expresión sincera.

No podemos olvidar que, aunque exista magia en muchas de las sonrisas que vemos cada día, lo que hay de verdad tras todas estas hermosas expresiones son historias, como esta que te cuento a continuación.

Hace unos años comencé a trabajar en una exitosa empresa, en la que el Gerente era una persona a la que todos los empleados le temían por su mal carácter, lo primero que me dijeron al comenzar mi trabajo, es que trate de no toparme con él porque era una persona intratable, yo les dije, nadie es intratable, solo hay que sonreír, me dijeron no seas ingenua.

Al siguiente día esperé a que el Gerente llegara y cuando él entró a la oficina, le sonreí, me miró muy serio y movió un poco la cabeza, el próximo día hice lo mismo, al tercer día me sonrió y se acercó para preguntarme cuándo había comenzado a trabajar en la empresa y si me gustaba el trabajo, le dije que me encantaba mi trabajo y poco a poco el señor comenzó a saludar y sonreír al resto de los empleados. Nadie podía creer el cambio y eso me hizo recordar que la vida es como un espejo, si le sonríes, la vida te sonríe.

A person taking a selfie

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Crédito: Wale Martinez

Sonríe siempre, sonríe, aunque a veces duela

Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de psicología de la Universidad de California, es una de las científicas más conocidas sobre el estudio de la felicidad. Según ella, la sonrisa no es un simple gesto de comunicación no verbal o de conexión entre las personas. En realidad, es un tipo de “energía” de alta intensidad capaz de alterar nuestra química cerebral.

Para comprobarlo hizo un pequeño estudio en personas con depresión severa. Les puso un vídeo que contenía variadas imágenes cómicas, escenas divertidas con animales y monólogos de reconocidos cómicos de televisión. Algo que la mayoría de los especialistas esperaban es que los pacientes no reaccionaran ante este tipo de imágenes. Sin embargo, lo hicieron, pero de un modo apenas perceptible, apenas visible. Evidenciaron pequeños movimientos en los labios, en el rostro, en el entrecejo.

Eran micro gestos casi instintivos a los que iba asociada una emoción positiva, algo que muchas de estas personas con depresión no acabaron de aceptar, de ahí que salieran de la sala. El mecanismo de la sonrisa está vinculado a una súbita liberación de neuropéptidos que trabajan para aliviar el estrés, para cambiar esa carga negativa por una positiva a través de la serotonina, la dopamina y las endorfinas.

Esa revulsiva sensación de placidez y distensión fue algo muy contradictorio e incluso doloroso para las personas con depresión. Son esos instantes en que “sonreír duele”, porque, aunque el cerebro así lo quiera, el corazón aún no está preparado para ello.

Las sonrisas sinceras

Los analistas y expertos en publicidad saben que las sonrisas tienen el poder de cautivar al consumidor al despertar en ellos emociones positivas, confianza y cercanía. Sin embargo, hemos llegado a un punto en hay más sonrisas por protocolo que por ganas de expresar alegría o agrado. Así, muchas veces cuando alguien se acerca con una sonrisa en los labios no podemos evitar preguntarnos ¿qué va a pedirme? ¿qué querrá a cambio? ¿qué quiere “venderme”?

De algún modo, a todos nos gustan más esas sonrisas que encontramos en la calle impresas en rostros desconocidos. Esos que nos sonríen sin razón alguna y a los que acabamos sonriendo sin saber por qué. Nos hechizan las risas de los niños y conectamos de inmediato con quien sonríe a solas, inmerso en sus propios pensamientos y llevado por un recuerdo agradable.

Todos estos gestos cotidianos que nos encontramos en el día a día siempre nos inspiran. Nos convencen de que sonreír es también una actitud ante la vida y una forma maravillosa de encararla a pesar de todas las dificultades por las que pasamos. Tanto es así, que, según un trabajo de la Universidad de Michigan, las personas nos pasamos 3 días de cada 10 intentando apaciguar a nuestro mal humor o a nuestros demonios personales.

Sonreír de por sí no soluciona todos los problemas, lo tenemos claro, sin embargo, mejora el ánimo y nos prepara para la acción. De nada sirve dejarnos avasallar por ese indefinible malestar, tampoco debemos rendirnos cuanto tenemos tantos mecanismos con los que salir victoriosos de nuestros laberintos personales.

A person leaning on a railing

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Crédito: Martha Zubieta

Por ello, la próxima vez que sientas al mal humor llamar a tu puerta, tal vez te sea de utilidad esta estrategia básica:

  • Coge aire durante 5 segundos.
  • Retén ese aire durante 7 segundos.
  • Exhala durante 9 segundos.
  • Levanta el ceño todo lo que puedas durante 5 segundos mientras vuelves a tomar aire y a exhalarlo.
  • Ahora, sonríe.

La psicología positiva, adaptando enseñanzas filosóficas ancestrales en libros de autoayuda o convirtiendo en merchandising todo tipo de frases motivacionales, es parte de un negocio enorme. La idea de que levantarse por la mañana con la voluntad de comerse el mundo hará que te lo meriendes por la tarde tiene mucho predicamento y uno de los fundamentos de esa filosofía de vida es el poder de la sonrisa. Si sonríes, incluso contra tu voluntad, la vida y tus congéneres serán más amables contigo.

En la psicología académica, la que intenta separar realidad de ilusión y que busca tener razón por los motivos adecuados, la posibilidad de que activar algunos músculos de la cara pueda producir una reacción emocional se estudia con la mayor seriedad desde hace décadas. La llamada hipótesis de retroalimentación facial ya fue propuesta por Charles Darwin en 1872 cuando decía que la expresión exterior de una emoción “la intensifica” o que “incluso la simulación de una emoción hace que esa emoción se despierte en nuestra mente”.

William James, uno de los padres de la psicología, planteó en la misma época que, frente a la creencia popular de que experimentar una emoción lleva a producir una expresión física como la sonrisa o el llanto, en realidad sucedía más bien lo contrario. Nos sentimos tristes porque lloramos y no lloramos porque estamos tristes. James, que tenía una fe fanática en la voluntad, creía que, si uno se negaba a expresar un sentimiento, ese sentimiento moría.

Ahora, un grupo internacional de investigadores, superando una controversia de décadas, ha mostrado que, aunque no necesariamente por los motivos correctos, los monjes budistas y los carteles de Mr Wonderful tienen algo de razón. Sonreír de forma mecánica mejora el estado de ánimo, aunque solo un poco.

En un trabajo publicado en la revista Nature Human Behaviour se explica cómo se puso a prueba la posibilidad de que la sonrisa tenga un efecto sobre nuestro ánimo con distintas pruebas. Por un lado, se hicieron experimentos en los que los participantes eran conscientes de que estaban sonriendo, acercando la comisura de los labios hacia sus orejas o mirando fotografías de personas sonrientes e imitándolas. Pero también se intentó averiguar si un movimiento muscular inconsciente propio de una sonrisa tiene efectos emocionales. Esto se logra con un experimento clásico que a través de los años ha obtenido resultados controvertidos. Los voluntarios fingen la sonrisa sin ellos saberlo mordiendo un lápiz o ponen una cara triste tratando de sujetarlo con los labios, un gesto que los obliga a fruncir el ceño.

Después de analizar los datos de 3.878 participantes en 19 países, los autores, liderados por Nicholas Coles, de la Universidad Stanford (EE. UU.), observaron que tanto los que imitaban las sonrisas de las fotos como los que las forzaban por su cuenta notaban cierto incremento de su felicidad. Sin embargo, los que sonreían con ayuda del lápiz no experimentaron esa emoción. “Este estudio muestra que para tener ese efecto de ponernos alegres porque generamos la sonrisa es necesario que seamos conscientes de estar sonriendo”, explica José Antonio Hinojosa, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y coautor del trabajo.

Los autores confirman que la hipótesis de la retroalimentación facial tiene sentido y se inclinan por pensar que existe una relación bidireccional, cuando uno está contento, sonríe, pero también “es interesante ver que hay un efecto de retroalimentación de lo muscular a la sensación subjetiva”, indica Montoro. Nicholas Coles también apunta a que, al menos en parte, “la experiencia consciente de la emoción se debe basar en las sensaciones corporales”. Hasta cierto punto, nos sentimos tristes porque lloramos y felices porque sonreímos. Coles considera que este tipo de estudios son fundamentales para conocer en profundidad la naturaleza de algo tan esencial para la humanidad como las emociones, pero que ese conocimiento es aún incipiente. Mientras se sigue avanzando, será necesario seguir gestionando las emociones, esperando hacerlo de la forma correcta, aunque no acertemos por los motivos adecuados.

Cómo sonreír te mejora la salud y tu vida en general

Si sonríes a menudo te darás cuenta cómo tu salud mejora y cómo te empezarás a encontrar mejor en todos los aspectos.

Es posible que vivas situaciones en tu vida diaria que haga que prefieras meterte en tu casa y no salir de allí nunca más. Pero esta no es la solución de ninguna manera. Hay momentos difíciles en la vida que te quitan la sonrisa de la cara y es que puede que quiera sentirte triste todo el tiempo. Pero, aunque no tengas ganas de hacerlo, sonreír te ayudará a mejorar tu estado de ánimo y si estás de buen humor mejora tu salud y tu vida en general.

Si notas que últimamente no estás sonriendo mucho, empieza a evaluar qué es lo que está pasando en tu vida para que no lo hagas. Quizá te sientas vulnerable, inseguro/a, tengas ansiedad. Pon el freno en tu vida y empieza a pensar y a fijarte a tu alrededor. Fíjate en las personas que sonríen, te sobrarán dedos de una mano para contarlas. Todo el mundo va con el rostro serio, mirando su teléfono, evitando el contacto humano, y su estado de ánimo se resiente.

Pero esto no te tiene que pasar a ti. Tú ya sabes que sonreír te hará sentir mucho mejor de forma natural, sin fármacos. Sal de tu zona de confort y pon una sonrisa en tu cara, te darás cuenta cómo sonreír más e incluso a los extraños, mejorará tu salud y tu vida en general. ¿Sabes qué ocurrirá si empiezas a sonreír más?

Sonreír te pondrá de buen humor

Y si estás de buen humor tendrás mejor salud. Sonreír con frecuencia al principio te puede parecer hasta raro. Es normal. Algunas personas te mirarán confundidas si sonríes por la calle, parece que estar de buen humor es algo anómalo. Aunque cuando pasen unos días te darás cuenta de que esa sonrisa saldrá de forma natural. Y cuando esto ocurra, tendrás mejor humor de forma natural también.

Cuando sonrías más te sentirás menos estresado. Según un estudio de la Universidad de Kansas que descubrió que la sonrisa ayuda a reducir la respuesta del cuerpo al estrés y reduce el ritmo cardíaco en situaciones tensas. Pruébalo, te darás cuenta de que es totalmente cierto.

Si sonríes a alguien, 9 de cada 10 te sonreirán también

Las personas van a lo suyo y normalmente no sonríen a los demás cuando caminan por la calle, pero cuando empieces a hacerlo, te darás cuenta de que las cosas pueden cambiar. Cuando alguien te sonríe es difícil no corresponder a esa buena armonía, los seres humanos queremos sentirnos bien y a través de la sonrisa podemos hacerlo.

A las personas nos gusta rodearnos de personas felices y positivas porque nos hacen sentir bien. Si sonríes a las personas le extrañará y les parecerá extraño, pero les alegrarás el día y tú te sentirás mucho mejor.

Si sonríes es más fácil conocer a otras personas

Si sonríes a otras personas es posible que además de devolverte la sonrisa también te hablen y comience una bonita conversación. Aunque si estás en un transporte público es complicado que te hablen, si esperas en la cola del supermercado o en el médico, es más probable que otras personas comiencen una conversación contigo si ven en ti una sonrisa y un rostro amigable. Puede ser un comentario genérico sobre el tiempo o algún elogio.

La sonrisa te abre nuevas puertas

Si caminas por el mundo de buen humor gracias a tu sonrisa en el rostro, te sentirás abierto a nuevas posibilidades y oportunidades. Sentirás que todo tiene un color más bonito en la vida y cuando pase un mes de tener una sonrisa en tu rostro todo el tiempo, te sentirás aún mejor que nunca. Tu sonrisa te recordaría que tienes mucho que ofrecer en la vida y que ésta es mucho más bonita de lo que pensabas antes. Incluso los días difíciles, se volverán más llevaderos.

Para concluir, la mayoría de las veces la alegría es la fuente de la sonrisa, pero en otras ocasiones, es el propio acto de sonreír es el que nos infunde calma, motivación y bienestar. Hagamos uso de este poder que siempre está a nuestro alcance, ¿te animas a poner en práctica el arte de sonreír? Yo lo hago siempre y…funciona.

Por tu éxito y el mío

Martha

Bibliografía

La mente es maravillosa

Daniel Mediavilla

Ma Jose Roldan Prieto

Martha Zubieta – Mazui