Hablemos hoy del agua, ese líquido abundante en la tierra, hay muchos que opinan que
el nombre de nuestro planeta debería ser «Agua», ya que en la superficie hay más agua que tierra. El cuerpo está compuesto en un 75% de agua al nacer y un 65% en la vejez, y estos porcentajes aumentan en lo que respecta al cerebro.
Nuestro cuerpo es 75 por ciento agua y somos seres eléctricos y para que dicha electricidad tenga buena conducción, es necesario hidratarnos bien.
Las células quieren agua pura, viva y ordenada
De hecho, hay quien asegura que nuestra memoria y la de la Tierra están grabadas en ella. De lo que no cabe duda es que el agua es esencial tanto para la salud física como para el rendimiento mental. Podemos sobrevivir semanas sin comer, pero apenas unos días sin beberla: no solo cumple funciones vitales en el organismo sino que resulta fundamental para sentirse bien.
Cuando en un ensayo clínico usamos el agua como placebo, deberíamos preguntarnos si en realidad no estamos usando ya un potente medicamento, ante el cual compite el otro que probamos y que muchas veces no superará al agua y a la capacidad del organismo para ponerse bien.
Estar bien hidratado puede ser la base del buen funcionamiento del organismo y de la recuperación en muchas dolencias. Pero a la hora de beber agua pueden surgir algunas dudas, entre ellas:
¿Cuánta agua se debe beber? Justo la necesaria para reponer los líquidos perdidos por la orina, las heces, el sudor y la respiración, y contando con la que tomamos de los alimentos. En general, ronda la cantidad de uno a dos litros diarios, pero varía en función de la persona y puede aumentar en época de calor o con el ejercicio físico, sobre sobre todo los veganos y vegetarianos, pues toman mucha fruta y verdura de por sí ricas en agua.
Puedes pensar que te hidratas lo suficiente, pero ¿sabías que sentir la boca seca es uno de los indicadores de deshidratación que aparecen al último? Cuando sientes la boca seca es porque muchas funciones delicadas de tu organismo no sólo están afectadas, sino que ¡se han interrumpido! Y es así como se acelera el proceso de deterioro.
¡Que no te falte el agua!
¿Se puede beber durante las comidas?
Lo ideal es beber fuera de las comidas, pues en la comida ya se toma suficiente agua con los alimentos, sobre todo si se abundan frutas y verduras. Además, para digerir los alimentos secretamos jugos e interesa que estos no se diluyan más con el agua. De todas formas, si al comer una comida seca o concentrada se tiene sed, resultaría contraproducente privarse de beber agua.
El agua es necesaria para depurar el organismo y en los casos en que es importante depurar incluso el cuerpo la acumula. Suele pasar, por ejemplo, cuando se comienza un ayuno: los tóxicos que salen de la grasa necesitan ser depurados y a veces el cuerpo retiene agua porque la necesita. Esto aumenta a veces el peso en horas; pero no te preocupes porque luego se elimina y se baja de peso.
¿Cuál es el agua más saludable?
Seguramente no hay mayor placer que beberla directamente de la fuente, fresca y pura, con ese sabor indescriptible que le brinda el entorno y que toma cuerpo en los minerales de la tierra (que un catador es capaz de distinguir), así como en las cualidades físicas que tiene al aflorar (conductividad, tensión superficial, resistividad…) y que varían al embotellarla.
Ahora bien, que podamos disfrutar de esa agua depende de que cuidemos los bosques y los campos. Acceder a esa agua limpia ha sido durante siglos y en muchas culturas un derecho de todos. Hoy ese derecho se ha perdido en muchos lugares de la Tierra y no siempre es posible disfrutarla directamente de la naturaleza.
Es importante recuperar el derecho de tener agua limpia para beber de forma gratuita como nos la da la naturaleza. El agua potable es un derecho sobre el que no debería tener autoridad ninguna ley de propiedad ni negocio comercial.
¿El envase plástico es seguro?
Ningún plástico es completamente seguro. Todos pueden liberar alguna sustancia indeseable, como el bisfenol A, un disruptor endocrino. El número en relieve que aparece dentro de un triángulo en la base del envase informa sobre el tipo de plástico. Las cifras 3, 6 y 7 deben evitarse pues incluyen bisfenol A, cosa que no sucede con las cifras 2, 4 y 5. Las botellas de la cifra 1 se deberían utilizar solo una vez. Siempre que sea posible, el vidrio es lo ideal.
Hay pocas cosas tan sanadoras para el alma, el cuerpo y la mente como el agua.
Conocí a una persona que cuando salía de vacaciones, solía echarse de clavado en la alberca y permanecer sumergido hasta que el aire se le acababa. Después giraba sobre su espalda y se quedaba flotando un buen rato, mientras disfrutaba la calma del momento. Es un placer que se debería imitar.
En la profundidad del agua hay un mundo muy especial en el que logras desconectarte de la realidad, no hay ruidos del exterior y sólo se escucha la respiración propia. Los tonos azules del agua propician una especie de meditación caracterizada por la calma, la paz y el sentido de unidad y felicidad por la vida. Todo eso se experimenta en un instante de forma inigualable.
Sólo flota
Si nadar no es lo tuyo, sólo flota.
“Notamos la reducción de los niveles de presión en la sangre, el ritmo de respiración y las ondas cerebrales con sólo estar dentro del agua”, comenta el doctor Justin Feinstein, un neuropsicólogo del Laureate Institute for Brain Research, ubicado en Tulsa, Oklahoma.
El monitoreo se realizó con personas que flotaban sobre el agua tibia de una alberca. El médico agregó que a los pacientes con ansiedad relacionada con cáncer y dolor crónico les mostraban un video con sonidos e imágenes de agua y entonces el cortisol —la hormona del estrés— se reducía entre 20 y 30 por ciento.
Cuando te sea posible acude a lugares donde haya agua, sumérgete y procura viajar también dentro de ti a ese mundo aparte, para escapar por un momento, llenarte de energía y disfrutar de los placeres inigualables que el agua nos da. Sólo flota…
Queramos o no, somos seres “acuáticos”, así que para subsistir apreciemos y tratemos con respeto la hermosa ofrenda que el universo nos da. No hay computadora en el mundo que pueda equiparar los procesos de metabolismo, absorción, reparación, eliminación, transporte y demás que suceden cada segundo dentro de nuestro organismo, y todos ellos dependen del agua que le demos.
Ahora imagínate en una playa frente al vasto océano, sin nada que obstaculice tu vista. Sientes la brisa en el cuerpo, el pelo y la cara, mientras tus ojos se pierden en las tonalidades azuladas. O bien, visualiza un lago, un río, incluso una alberca o una tina deliciosa. Escucha el gorgoteo del agua de una cascada o una fuente, mientras disfrutas de la naturaleza o de la plática con algún ser querido. ¿Existe algo más sanador?
El agua es bendita. Dentro, fuera, cerca de ella, en la piel, tomada, disfrutada, dulce o salada, el agua sana de manera prodigiosa y sus efectos se extienden a todas las áreas de nuestra vida. Como dice el dicho: “Muchos han sobrevivido sin amor, pero ni uno solo sin agua.”
Te falta agua en el cuerpo
¿Alguna vez te has sentido cansado, irritable o ansioso sin razón alguna? ¿Se te ha enrojecido la nariz o el rostro después de una fuerte trasnochada? ¿No puedes dormir bien? ¿Sientes la cabeza pesada? ¿Has notado que tu tiempo efectivo de atención disminuye?
El agua simplemente nos hace felices. Quizá, en alguna capa del inconsciente nos regresa al vientre materno en donde fuimos creados y formados. El agua refresca la mente de manera instantánea y reduce el estrés. Muchos lo hemos comprobado al resolver alguna preocupación debajo de la regadera, al hacer laps en una alberca, o bien, al caminar en la playa junto al mar. Pareciera que cuando la mente divaga, o se relaja como sucede en o cerca del agua, las soluciones afloran.
Sí, la belleza externa sólo es un reflejo del orden y la belleza interna. Si tu cuerpo tiene agua suficiente, tus ojos brillarán más, tu piel será más elástica y tu organismo funcionará en niveles óptimos.
Con amor, por tu éxito y el mío.
Martha.
Bibliografia
Energía tu poder / Gaby Vargas
Pablo Saz – Médico naturista
Blog – Cuerpo Mente